En Barcelona
Noche deliciosa, entre pastelería celestial y vinos dignos del Olimpo.
Se me perdone la terminología helénica, hablando de Portugal.
Hemos gozado del privilegio de poder disfrutar de la animada tranquilidad de este espacio que os invito muy sinceramente a visitar.
En su web podéis leer, casi al principio:
En nuestra zona de pastelería podéis encontrar productos de fabricación propia diaria de las cuales destacamos los Pastéis de Nata, los Bolos de Arroz y las Queijadas y además algunos de los salados como la Bola de Carne o las Empadas de Galinha.
Quizás algunos, justamente entrando en A casa, podrán mirar dudosos la presentación de la citada pastelería, por ejemplo quién confiesa sinceramente el pecado de haber viajado a penas dos veces, y brevemente, por Lisboa, y un desconocimiento completo de esta parte tan valiosa de la gastronomía lusa.
Mientras observo la vitrina de los pasteles, el "perdón" de un cliente, que entra muy seguro (sin duda un fiel amigo de A casa por las grandes sonrisas que acompañan su llegada), me obliga casi, a un pequeño giro y mi mirada encuentra entonces otros productos, que invitan a un mirada más atenta y generosa.
Los amigos con los que me acompaño ya están dentro. Ellos conocen el lugar.
A penas unos pasos y una pared llena de sorpresas: blancos y tintos nunca conocidos, que atrapan tu curiosidad.
Pedimos Bolos de arroz y un generoso Porto.
Mientras una excelente selección musical, y la charla tranquila de los clientes acompaña la explosión de sabor de los Bolos, y el Porto entona una sinfonía de sensaciones que levemente te hacen sentir en el mejor lugar del mundo, por su sencillez, su conjunto armonioso, su tranquilidad cargada de sabores y perfumes, aromas de un deseo repentino de volar a Portugal y perderse por lo mejor que ofrece, que aquí en A casa portuguesa te anuncian con eficacia.
Pues nada, todo un descubrimiento, que comparto con la seguridad de dar un buen consejo
