domingo, 18 de mayo de 2014

Todo el té de China

He terminado el libro de Kyril Bonfiglioli, con cierta rapidez. Cuando un libro me gusta lo acabo pronto. Otros se me eternizan en la mesilla o en el lector de e-book.
A menudo me pasa de coger un libro y no saber nada del autor, ni de la historia. A veces esto es un bien. En otras le quita algo al libro. Una novela tendría que ser totalmente libre de la biografía de su autor, aunque siempre los escritores cuentan en sus libros algo de si mismos: de lo que han sido o de lo que les hubiera gustado ser.
De sus sueños... Tengo una memoria malísima. Hace poco leí una entrevista a algún autor que comentaba que se escribe para seguir soñando. Me identifiqué del todo. La otra noche hice un sueño precioso, de los que te despiertas y lo lamentas profundisimamente. No por que ha sonado el despertador y te llaman las obligaciones, que también, más por que estaba en medio de una historia maravillosa y me dolía como un inmenso vacío despedirme de ella.
Lo peor, siempre me pasa, fue que me olvidé en seguida de la historia, de los personajes, de todo... qué pena más grande. Será por eso que nunca podré llegar a ser escritor.

El libro en cuestión se podría resumir con un: aventuras en la mar de un joven en busca de fortuna y que, después de alguna tribulación... pues no voy a decir más, por que no quiero estropearos la tensión hacia el final.
Lenguaje irónico, prosa que discurre como un río alegre y espumeante, desbocado, políticamente incorrecto, irreverente, gustoso. Pinceladas de una época. Falta de escrúpulos, suerte.
Comida y alcohol, siempre presentes. Machismo y mujeres, sexo y sífilis... Opio. Borracheras.
La vida en un barco.
El protagonista es un gran experto de porcelana china, por allí su paso hacia India, Cantón y mitad del globo terráqueo, África, y...
Literatura de viaje, por supuesto.

En fin, que lo aconsejo, sin duda. 8/10

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