viernes, 3 de octubre de 2008

Mar adentro, mar adentro

La vida es un océano de matices, es alegría y tristeza. Salud y enfermedad.
Felicidad y día a día.
Hace unas tardes, fuimos a ver la última de Woody Allen
Vicky, Cristina, Barcelona
En La Vanguardia del domingo pasado leí dos artículos de opinión, de Toni Soler y de Pilar Rahola, que toman salida de la película para decir cosas muchos más amplias e interesantes.
Artículos a los que no hay que añadir nada, entre los dos, leídos además uno a seguir el otro, también sobre la película.

Fuimos a ver la película, y nos pareció floja.
Sobre todo después de la deliciosa experiencia de la horita intensa pasada entre las paredes del cercano A casa Portuguesa.

Sólo quiero añadir una nota sobre Javier Bardém.
Quizás también por eso disfruté menos de su interpretación del pintor de avionetas y paseos asturianos... no podía quitarme de la cabeza la película Mar Adentro... la de Amenabar.
Y recordar mientras escuchaba su inglés envidiable, por cierto, la maravillosa interpretación de Ramón Sampedro.
Y ahora, volviendo a escucharla, vuelvo a llorar.

Hay tristezas sanas, que nos ayudan a sentirnos vivos, a sentirnos bien, a pesar de la sal de las lágrimas.
Por que lo mejor del ser humano es la capacidad de empatizar y negarse a renunciar a este privilegio.

Hoy, que es día de gripe, tocan lágrimas, bellas lágrimas.


 



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