domingo, 17 de febrero de 2008

Ahora o nunca



El otro día salimos con C. y J. y, cómo de costumbre, nos citamos a las 8.30 frente a los Cines Verdi que en Barcelona todos sabemos son garantía de calidad.
Muy pocas veces los Verdi me han defraudato y si no es salido contento después de The End ha sido por que la elección no era adecuada al momento anímico del espectador, más que por la falta de calidad de la peli.
La verdad que a menudo la cartelera está a tope de tragedias, dramas, películas alguna vez de complicada digestión.
Y a propósito de digestión complicada.
La primera etapa, mejor dicho segunda después de haber elegido la pelicula, es meternos en un Restaurante Libanés que me disculparán pero no recuerdo cómo se llama (a pesar de haber ido más de una y más de dos veces, y más de tres si es por eso).
En este templo del Shawarma, del Falafel y de la Cerveza helada nos zampamos una tal cantidad de platos que normalmente los camareros nos hacen repetir la comanda, dudando de nuestra capacidad de asimilación alimentar, con otra palabra: de nuestro saque

Nunca les defraudamos, hasta que dure y la salud aguante (qué si seguimos así no durará mucho...)

Llegamos normalmente un cuarto de hora antes de que empiece a ponerse el local hasta el techo, por lo que hasta hemos conseguido las dos última veces sentarnos en la misma mesa.

Soy más bien partidario de ir cambiando, pero también el repetir de vez en cuando entra en la misma lógica, si no repitiera nunca estaría de todas formas repitiendo el nunca.

La comida estuvo a la altura.

Y la peli elegida también.


Era el film que necesitaba: Ahora o Nunca (The Bucket list) con esos dos monstruos que responden al nombre de Jack Nicholson y Morgan Freeman directos por Rob Reiner.

Una historia donde la tragedia se deshace en una carcajada, suficientemente improbable cómo para parecerse a un sueño, y el cine me gusta que de vez en cuando me proponga esta improbabilidad construida y representada cómo si fuese una historia de verdad.

Probablemente el resultado no hubiese sido el mismo si los protagonistas no hubiesen sido los dos citados monstruos, esto también hay que decirlo.

Entretenimiento, risas y una lagrimita final, leve, que mantiene el gusto del buen humor respirado en buena parte de la historia.

Nunca es un buen momento para dejar este valle, pero si te dan la oportunidad de llenar algún que otro vacío, uno se puede ir hasta más satisfecho, y sin pensar a la muerte mientras te mueres.

En el périplo del mundo que se pegan los dos protagonistas podemos ver lugares bonitos, arte, naturaleza, glamour...

Creo que en Hong Kong grabaron en el Felix del H. Península donde estuvimos hace unos meses, saboreando frente al más impresionante Skyline del mundo una copa de Moët & Chandon...

Jo' que bien suena :-) y que bonito poder escribirlo siendo verdad, una pasada.
Ehh, amigos, que es verdad!!

Hong Kong me ha dejado ipnotizado. Cuento volver pronto... aunque será con las pequeñas, por lo que poco Felix y poco glamour nos podremos zampar con mi señora y mis adorables camioneras.

Después del cine nos fuimos a tomar una copa en un local de la calle Córsega, Úbeda, donde sirven unos gin-tonic hechos con cariño y amor, así nos contó y demostró el dueño del local hace unas semanas.

Elegimos un gin francés el Citadelle, y la parafernalia de la presentación y montaje de un cocktail realmente delicioso.

Si no hubiese sido por el humo nos hubieramos quedado más rato a comentar nuestra especial Bucket list, en la que incluí, muy especialmente, aprender a manejar un idioma: el inglés, del que todavía soy profundamente ignorante. Podría entonces pasar así de ser paleta a secas y ser un perfecto paleta políglota, que ya sería algo
:-)

No hay comentarios: